lunes, 17 de julio de 2017
CARLOS V Y LUTERO EN ESPAÑA (1517-2017) y I.
Excelente curso de verano el que ha tenido lugar en Alcázar de San Juan organizado por la UAM, IULCE y el Ayuntamiento del Corazón de La Mancha, bajo la dirección de los profesores Manuel Rivero Rodríguez y Carlos Javier de Carlos Morales. Con una muy buena asistencia de alumnos, inscritos al efecto, tuvo lugar en el Hotel Convento de Santa Clara desde el 3 al 5 de julio. De entrada, la iniciativa no podía haber sido más oportuna, en este año en el que se cumplen 500 años del comienzo oficial de la Reforma, con la aparición de las 95 tesis de Lutero, y la llegada a España de Carlos, hijo de Felipe y Juana. Ambos personajes llegarían a encontrarse en la no menos extraordinaria fecha del 16 al 18 de abril de 1521 en la ciudad de Worms, en uno de los momentos históricos que han marcado la Historia de la Humanidad. El curso ha servido fundamentalmente para indagar en el contexto histórico de ambos personajes, con un minucioso análisis de muchos detalles que sirven para entender mejor la trayectoria de Lutero y Carlos. Intentaré bosquejar las distintas aportaciones entremezclándolas, incluyendo mis propias reflexiones al respecto.
El profesor José Martínez Millán (UAM-IULCE) abrió el curso con una soberbia exposición acerca del humanismo: Carlos V y el humanismo cristiano. El concepto de humanismo conforma el contexto de Carlos y Lutero pero es, al mismo tiempo, una idea que entraña una gran profundidad. El humanismo tiene varias caras y distintas texturas y objetivos. No es exactamente igual el que deja su impronta en Borgoña, que el español. E, incluso, en este se podrían rastrear para algunos dos corrientes, la fernandina y la isabelina. Añádase también a este cóctel la no pequeña influencia de Erasmo en España, como ya puso de manifiesto el gran Marcel Bataillon en su gran obra Erasmo y España. Esto no significa que toda heterodoxia en nuestra nación fuera fruto del erasmismo. Aquí es donde la contribución de Jose C. Nieto resulta esencial para nuestro entendimiento del carácter autóctono del protestantismo español. El profesor Nieto ya demostró con claridad, que los principios teológicos de los alumbrados dexados mostraban a las claras que no eran erasmistas. Carlos es educado en el humanismo de corte más bien europeo, y es, crecientemente influido por el español. En el caso de Lutero, encontramos que se benefició del retorno a las fuentes del saber, ad fontes, ya auspiciado por el humanismo alemán y por la puesta en práctica del mismo por Erasmo con la primera edición de su Nuevo Testamento en griego. Pero, a la postre, Lutero rechaza los presupuestos teológicos del humanismo de Erasmo como aparece con toda claridad en su controversia con el holandés en su obra capital De Servo arbitrio. El legado teológico del reformador alemán fue expuesto con maestría por el profesor de la UCLM, Porfirio Sanz, en su ponencia sobre Lutero Y Enrique VIII. Sanz nos deleitó con un exacto estudio de los principios teológicos de los reformadores y que acabarían siendo explicados bajo cinco lemas denominados solas: Sola Scriptura, Sola Gratia, Sola Fide, Solo Christo y Soli Deo Gloria. Afirmaciones que fueron explicadas con mucha precisión, incluida su base bíblica. El concepto de gracia en las Escrituras, como favor soberano de Dios para los pecadores en Cristo, excluye necesariamente el concepto de mérito que retiene Erasmo en su teología. Fascinante también el estudio sobre la relación entre la casa de los Habsburgo y Lutero, llevada a cabo por el profesor Rubén González Cuerva (CSIC-IULCE) En la misma quedó claro cómo el enfoque sobre cómo afrontar la Reforma y sus consecuencias por parte de Carlos y, después, también, su hermano Fernando, es muy distinto al de Lutero. Para los Habsburgo, las dificultades surgidas entre Lutero y el Papado pueden ser superadas por la negociación política. Después de todo, el Emperador está investido de una autoridad concluyente, idea que hunde sus orígenes en teorías políticas de la Baja Edad Media, por lo menos, tema que desarrolló magistralmente el profesor Manuel Rivero Rodríguez (UAM-IULCE) en su muy apreciada La “tercera vía”: Gattinara, Adriano VI y Erasmo. Una ponencia que explica muchos aspectos del comportamiento del Emperador con los papas, a la luz de la influencia, sobre todo, de Gattinara. Para el reformador alemán, no hay tal posibilidad de acuerdo con las doctrinas papales medievales, pues estas no solo han traído el conflicto, sino que tampoco se desea abandonarlas por las que están de acuerdo con la Palabra de Dios. Por ello, concluye Lutero, la verdad de Dios expresada en las Escrituras, no puede amoldarse a los deseo humanos de paz a toda costa. Es verdad que hubo muchos vaivenes en esa relación entre Lutero y los Habsburgo, desde la Dieta de Worms, pasando por las de Spira y llegando a la de Augsburgo. Ratisbona en 1541, es un último intento fallido de concordia, imposible ya a la luz de la deriva del Papado hacia posiciones de intransigencia doctrinal en las que Roma define su postura contrarreformista.
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