Se cumplen ahora 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Fue en el Palaix de Chaillot de Paris, concretamente un 10 de diciembre de 1948, donde se aprobaron los 30 artículos que contiene esta Declaración. El contexto inmediato de la misma nos sitúa justamente después del horror de la Segunda Guerra Mundial. Podemos contemplar este documento como un intento de prevenir que semejante crueldad y destrucción pudiera volver a ocurrir en nuestro mundo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se presenta como “un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”. El propósito es que los Derechos en la misma recogidos, en esencia la dignidad de todo ser humano por el mero hecho de serlo, alcance un “reconocimiento y aplicación universales y efectivos”.
Pero sabemos que los Derechos Humanos que esta Declaración sostiene son el fruto de un desarrollo histórico fascinante. Es decir, contiene una serie de principios que habían venido formulándose a lo largo de los siglos anteriores, alcanzando una plasmación extraordinaria en esta Declaración. Entre los orígenes de este Documento, se encuentran las declaraciones clásicas de los derechos del hombre del siglo XVIII. A su vez, estas son deudoras, entre otros movimientos, de la Reforma Protestante del siglo XVI. Así lo reconoce el Memorándum y Cuestionario acerca de las bases teóricas de los Derechos del Hombre y que fue distribuido por una de las agencias de la ONU, la UNESCO, en 1947, entre una serie de pensadores y escritores. La apelación a la Reforma del siglo XVI es, en realidad, una referencia al derecho a la libertad de conciencia. Este derecho, plasmado en el artículo 18 de la Declaración, fue el gran caballo de batalla de la Reforma. Su más antigua y pública expresión en aquella época se encuentra en las palabras de Martín Lutero en la Dieta de Worms de 1521. Conminado a retractarse de sus opiniones, el reformador alemán exclamó: “Mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. Ni quiero ni puedo retractarme. Que Dios me ayude”. Esta valiente posición contribuirá a abrir un nuevo capítulo en la Historia. Con el tiempo, el derecho a la libertad de conciencia dio origen a todos los demás derechos que hoy consideramos inalienables.
En este 70 aniversario, es, por tanto, bueno recordar de dónde vienen estos Derechos contenidos en esta preciosa Declaración. La necesaria defensa y vindicación actual de los Derechos plasmados en este Documento, y que recoge también la Constitución Española del 78, es también un reconocimiento a todos los que, desde la Reforma hasta nuestros días, lucharon por los mismos, dejándonos así una inestimable herencia: un semillero de libertades de las que podemos disfrutar hoy. En nuestro convulso mundo actual, es necesario llamar la atención a un Documento como este, ya que los Derechos que señala, están lejos de estar asegurados para todos, y en todo momento y ocasión. Somos llamados a estar a la altura de todos los que nos han precedido en instar al restablecimiento de los Derechos Universales de todo ser humano creado a la imagen y semejanza de Dios.
José Moreno Berrocal
lunes, 10 de diciembre de 2018
viernes, 30 de noviembre de 2018
400 ANIVERSARIO DE LOS CÁNONES DE DORT
Hace ahora justamente 400 años, aparentemente un 13 de noviembre de 1618, comenzaban en la ciudad holandesa de Dordrecht, una serie de reuniones de carácter teológico que concluyeron el 9 de mayo de 1619 con la promulgación de los llamados Cánones de Dort. Los participantes provenían de distintos lugares de Europa. Representaban a muchas de las iglesias que habían abrazado la Reforma Protestante del siglo XVI. Eran miembros de iglesias reformadas de Holanda, Suiza, Alemania e Inglaterra. La delegación francesa no pudo asistir, al no recibir la autorización de su Rey, Luis XIII. Pero, posteriormente, recibieron las conclusiones de este evento como si fueran propias, mostrando así su completo acuerdo con las mismas. Es interesante notar que estas reuniones tuvieron lugar, justamente 100 años después del comienzo de la Reforma Protestante del siglo XVI. Los Cánones de Dort demuestran el gran vigor de la teología protestante ya que constituyen un gran desarrollo doctrinal de las enseñanzas bíblicas redescubiertas en la Reforma.
La importancia de no dejar pasar por alto un aniversario como este radica en la pertinencia actual de algunos de los temas que se trataron en aquellas reuniones (fueron un total de 154 sesiones)cristalizadas como ya queda indicado, en los llamados Cánones de Dort. En esencia, lo que encontramos en los mismos es una exposición magistral acerca de la enseñanza bíblica sobre la gracia de Dios. En concreto, se puede afirmar que los Canones de Dort nos instruyen sobre la centralidad de la gracia de Dios en Cristo para la salvación de la iglesia. En un sentido, esto no puede sorprendernos. La Reforma del siglo XVI, como heredera del pensamiento de Agustín de Hipona, puso de relieve que la salvación es un regalo inmerecido de Dios. Pero, las conclusiones a las que se llegó en Dordrecht nos muestran cinco aspectos singulares en los que brilla con luz propia la gloria de la gracia de Dios en Cristo. Estos son los siguientes: la necesidad de la gracia, el origen de la gracia, la base de la gracia, la eficacia de la gracia y la perpetuidad de la gracia.
En primer lugar, la necesidad de la gracia. La Escritura enseña, sin ningún género de dudas, que el hombre está muerto en delitos y pecados, sin Dios y sin esperanza en este mundo, Efesios 2.1,12. El ser humano caído no puede hacer nada para salvarse, necesita la imprescindible gracia de Dios en Cristo. Es más, para mostrar que esa gracia de Dios no depende de nada en nosotros que pudiéramos hacer para salvarnos, (¿qué puede hacer aquel que está muerto, espiritualmente hablando, para vivir?) se nos revela en estos mismo pasajes de Efesios, el origen de esa gracia de Dios. Esta nos fue dada “antes de la fundación del mundo”, Efesios 1.4, no porque Dios previera que íbamos a creer, sino precisamente para que pudiéramos creer. La base de esa gracia se encuentra exclusivamente en la Persona y Obra de Cristo Jesús por su iglesia, como Pablo dice al final de la Epístola: “ … así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”, Efesios 5.25-27. Asimismo, Dort se hace eco también de la obra del Espíritu de Dios en la salvación de la iglesia. Esta consiste en ese nuevo nacimiento al que se refiere el Señor Jesús en el evangelio de Juan, en el capítulo 3.5-8. Vemos la eficacia de la gracia en la obra del Espíritu Santo que, en palabras de los cánones, consiste en: “aquella renovación, nueva creación, resurrección de muertos y vivificación, de que tan excelentemente se habla en las Sagradas Escrituras...”. La gracia de Dios nunca dejará de llevar a cabo su propósito, por lo cual, sabemos que los escogidos de Dios perseveraran hasta el fin. Nunca faltará el favor de Dios sobre su iglesia. Como enseña Pablo, escribiendo a los filipenses: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”, Filipenses 1.6.
Al mostrarnos las riquezas de la gracia de Dios (Efesios 1.7; 2.7) vemos, la inusual pertinencia de los llamados Cánones de Dort para nuestra vida cristiana. Y es que no hay consuelo mayor para la iglesia que saber y experimentar que dependemos exclusivamente de la gracia de Dios en Cristo para nuestra salvación. Y que esta gracia es perpetua para la iglesia que el Padre escogió, Cristo redimió y donde mora para siempre el Espíritu de Dios.
José Moreno Berrocal
La importancia de no dejar pasar por alto un aniversario como este radica en la pertinencia actual de algunos de los temas que se trataron en aquellas reuniones (fueron un total de 154 sesiones)cristalizadas como ya queda indicado, en los llamados Cánones de Dort. En esencia, lo que encontramos en los mismos es una exposición magistral acerca de la enseñanza bíblica sobre la gracia de Dios. En concreto, se puede afirmar que los Canones de Dort nos instruyen sobre la centralidad de la gracia de Dios en Cristo para la salvación de la iglesia. En un sentido, esto no puede sorprendernos. La Reforma del siglo XVI, como heredera del pensamiento de Agustín de Hipona, puso de relieve que la salvación es un regalo inmerecido de Dios. Pero, las conclusiones a las que se llegó en Dordrecht nos muestran cinco aspectos singulares en los que brilla con luz propia la gloria de la gracia de Dios en Cristo. Estos son los siguientes: la necesidad de la gracia, el origen de la gracia, la base de la gracia, la eficacia de la gracia y la perpetuidad de la gracia.
En primer lugar, la necesidad de la gracia. La Escritura enseña, sin ningún género de dudas, que el hombre está muerto en delitos y pecados, sin Dios y sin esperanza en este mundo, Efesios 2.1,12. El ser humano caído no puede hacer nada para salvarse, necesita la imprescindible gracia de Dios en Cristo. Es más, para mostrar que esa gracia de Dios no depende de nada en nosotros que pudiéramos hacer para salvarnos, (¿qué puede hacer aquel que está muerto, espiritualmente hablando, para vivir?) se nos revela en estos mismo pasajes de Efesios, el origen de esa gracia de Dios. Esta nos fue dada “antes de la fundación del mundo”, Efesios 1.4, no porque Dios previera que íbamos a creer, sino precisamente para que pudiéramos creer. La base de esa gracia se encuentra exclusivamente en la Persona y Obra de Cristo Jesús por su iglesia, como Pablo dice al final de la Epístola: “ … así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”, Efesios 5.25-27. Asimismo, Dort se hace eco también de la obra del Espíritu de Dios en la salvación de la iglesia. Esta consiste en ese nuevo nacimiento al que se refiere el Señor Jesús en el evangelio de Juan, en el capítulo 3.5-8. Vemos la eficacia de la gracia en la obra del Espíritu Santo que, en palabras de los cánones, consiste en: “aquella renovación, nueva creación, resurrección de muertos y vivificación, de que tan excelentemente se habla en las Sagradas Escrituras...”. La gracia de Dios nunca dejará de llevar a cabo su propósito, por lo cual, sabemos que los escogidos de Dios perseveraran hasta el fin. Nunca faltará el favor de Dios sobre su iglesia. Como enseña Pablo, escribiendo a los filipenses: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”, Filipenses 1.6.
Al mostrarnos las riquezas de la gracia de Dios (Efesios 1.7; 2.7) vemos, la inusual pertinencia de los llamados Cánones de Dort para nuestra vida cristiana. Y es que no hay consuelo mayor para la iglesia que saber y experimentar que dependemos exclusivamente de la gracia de Dios en Cristo para nuestra salvación. Y que esta gracia es perpetua para la iglesia que el Padre escogió, Cristo redimió y donde mora para siempre el Espíritu de Dios.
José Moreno Berrocal
jueves, 29 de noviembre de 2018
LAS CONSECUENCIAS SOCIALES DE LA REFORMA DEL SIGLO XVI
Me hace mucha ilusión compartir con todos los seguidores de mi blog esta última obra sobre las consecuencias sociales de la Reforma Protestante del siglo XVI. Este es un tema que merece nuestra reflexión, pues muchos de los avances sociales de los que disfrutamos en nuestros días, en concreto, en Europa, se deben, en parte, a la aplicación práctica de las doctrinas bíblicas que fueron redescubiertas durante la Reforma. Espero que lo disfrutéis y, si así lo estimáis conveniente, me hagáis llevar vuestros comentarios. Os dejo el enlace dónde podéis adquirir el libro:
La influencia de la Reforma en el trabajo y la protección social
La influencia de la Reforma en el trabajo y la protección social
lunes, 5 de noviembre de 2018
INOLVIDABLE FRANCISCO DE ENZINAS
En estas fechas se cumplen quinientos años del nacimiento en Burgos del reformador español Francisco de Enzinas. Creo que es de justicia recordarlo. De por sí, objetivamente hablando, es una figura muy valiosa de la Reforma Española y esto, por muchas razones. Pero, en mi caso, quisiera compartir mi impresiones después de leer al completo sus Memorias, durante este pasado verano, en la muy cuidada edición publicada por la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Agradezco muy sinceramente a todos mis buenos amigos de Burgos y Valladolid, y del Consejo Evangélico de Castilla y León, este espléndido regalo. Felicitaciones también a Francisco Socas, el traductor de la obra, y a todos los que han hecho posible que tengamos en nuestras manos un documento de tanto valor, en particular a Miguel Ángel Vieira gran promotor de la figura y obra de Enzinas.
Las llamadas Memorias de Enzinas, o, más bien, como reza el título de la publicación: Informe sobre la situación en Flandes y la religión en España, constituye un magnífico retrato del impacto de la Reforma Protestante del siglo XVI en Europa. Enzinas terminó de redactarlas en julio de 1545. Escritas con una prosa sencilla, ágil y atractiva, relata acontecimientos significativos de su carrera como reformador. De hecho, cubren un período corto, pero intenso, desde principios de 1543, a los primeros días de febrero de 1545. La obra se estructura en torno al deseo de Enzinas de presentar su traducción del Nuevo Testamento al Emperador Carlos V. En este sentido, recuerdo con mucho cariño que cuando el año pasado estuvimos en Wittenberg, mi esposa Virtudes y yo, queríamos también visitar la casa de Felipe Melanchthon. Entre otras consideraciones, porque nos hacía mucha ilusión estar en el lugar donde nuestro compatriota Enzinas estuvo alojado, y donde tradujo el Nuevo Testamento al castellano su Nuevo Testamento de Nuestro Redemptor y Salvador Jesu Christo. No salimos defraudados del lugar y nos gustó tanto como la visita a la casa de Martín Lutero y Catalina Von Bora, hoy Museo de la Reforma. Y es que debemos reconocer al gran helenista castellano como uno de los que pusieron las bases para la Biblia conocida como Reina-Valera. Es por medio de otro de nuestros reformadores, el montillano Juan Pérez de Pineda, que el Nuevo Testamento de Enzinas llega a formar parte de la Reina-Valera, en concreto en los últimos libros del Nuevo Testamento. Es igualmente conmovedor leer en las Memorias su deseo de poner la Biblia en manos del pueblo español, para que así este, como las demás naciones, pudiera beneficiarse de la exposición a la pura Palabra de Dios. En el prólogo a su Nuevo Testamento, que es una carta dirigida al Emperador, Carlos V, Enzinas busca que sea el mismo el que se ponga del lado de una empresa como esta, sencillamente por el bien espiritual que hará:
“Por que allende de ser la causa justísima y santísima, es sin ninguna duda muy digna del Trono Real de V.M., digna de su conocimiento, digan de su juicio, digna de su aprobación y digna de su defensión. Y pues se que los corazones de los buenos príncipes son regidos por Dios, como lo afirma Salomón, espero en Dios que V. M. tendrá por bueno este mi trabajo, y que con su autoridad le defenderá y amparará, y querrá que lo bueno sea siempre de todo el mundo favorecido, y en tanto más favorecido, en cuanto al bien que de ello se espera en al República no son riquezas ni honras, ni bienes temporales, sino provecho espiritual y honra de Jesucristo: el cual prospera a vuestra majestad en esta jornada y empresa que entre manos tiene, y en todas las demás. Y después de luengos reinos en la tierra, le haga consigo reinar en el cielo. Amen”.
Esto es también lo que hará Enzinas en la misma presencia del Emperador en la célebre entrevista que tuvo con él, y que recoge ampliamente sus Memorias. El burgalés recoge los preparativos de la audiencia con el Emperador, sus impresiones del mismo y, las terribles consecuencias que tuvo su acción. No solo no se autorizó la publicación, sino que Enzinas acabó en la prisión de Vrunte o de l´Amigo en Bruselas. Su estancia en la cárcel es también objeto de su descripción: su estado de ánimo en la misma, las personas que allí conoció y las conversaciones que sostuvieron. También se nos cuenta, con todo lujo de detalles, el gran impacto que la fe reformada estaba teniendo en Flandes y en España. Se hace eco de la cruel persecución desatada contra los creyentes reformados, de sus múltiples padecimientos, y de la muerte como víctimas inocentes de muchos de ellos. Aparecen también notables descripciones de los juicios contra los acusados de herejía y de los Autos de Fe. Esta es otra de la señas de identidad de nuestra reforma: el inmenso número de mártires españoles que hubo. La crónica de las artimañas de los enemigos de la Reforma me recuerdan mucho el relato de Artes de la Santa Inquisición Española de Reinaldo González Montes.
Destacaría, igualmente, las semblanzas que hace Enzinas de diversas mujeres como Catherine Sclerckx, Catherine Metsys y Antoinette Roesmals, resaltando su inteligencia y valentía. Traza también perfiles de hombres como Francisco de San Román, los Valdés, Juan de Vergara, el tío de Enzinas, Pedro de Lerma, abad de Alcalá, el mártir llamado Egidio, Justo van Ousberghen, Pedro Alejandro, los jueces de Lovaina y Pedro de Soto, el confesor de Emperador, entre otros. Enzinas hace desfilar delante nuestro preciosos esbozos de amigos y enemigos de la Reforma. Estos circulan por las Memorias y, en marcado contraste los unos con los otros. Nuestro autor busca involucrar a sus lectores en su relato, para que juzguen por sí mismos, al observar la fe y hechos de cada uno. Contienen también las Memorias preciosos sumarios de la confesión de fe de los reformados, que se cristalizan en dos grandes afirmaciones: “Qué todas las cosas necesarias para la salvación se contienen en el Evangelio y no hay que creer sino lo que está en los Evangelios y la Sagrada Escritura” es decir, Sola Scriptura y “Si alguno se reconoce pecador, hijo de la ira y merecedor de la muerte, y reconoce que está sometido a Dios, detesta sus pecados y cree firmemente en las promesas de Cristo, ese tal puede saber, con la certidumbre absoluta de la que que se salvará”, es decir Sola Fide. Las Memorias concluyen con la milagrosa liberación de Enzinas de la cárcel que recuerda a la de Pedro de la cárcel de Jerusalén y que nos relata Lucas en el capítulo 13 del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Estamos, pues, ante un documento excepcional de nuestra Reforma Española. Un libro para ser leído y releído. Una página imborrable de una época gloriosa, en la que se recuperó el evangelio de nuestro Señor Jesucristo para todas las naciones. Una tarea en la que estuvieron envueltos muchos españoles como el inolvidable Francisco de Enzinas.
martes, 30 de octubre de 2018
JUAN CALDERÓN ESPADERO EN TVE
La figura del manchego Juan Calderón Espadero sigue generando interés. En esta ocasión, en el programa de Buenas Noticias TV que emite la 2 de TVE. Siguiendo un muy cuidado guión, contiene entrevistas muy interesantes sobre la vida e intereses de Calderón, así como un reportaje visual de mucha calidad, rodado en el Museo del Hidalgo de Alcázar de San Juan, así como en la ciudad misma y en Villafranca de los Caballeros.
http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/buenas-noticias-tv/buenas-noticias-tv-juan-calderon/4814648/?media=tve
sábado, 7 de julio de 2018
INDELEBLE MEMORIA PROTESTANTE ESPAÑOLA
Es importante, en lo días en los que vivimos, resaltar la imborrable memoria histórica del protestantismo en España. De hecho, no podemos entender España sin reconocer su relación con la fe evangélica. El protestantismo español no es, de entrada, un fenómeno foráneo sino intensamente autóctono. Creo que es correcto usar el término protestante para referirnos a algunos de los movimientos de reforma en España del siglo XVI. Y esto por la sencilla razón de que nuestros reformadores enseguida se identificaron con los hallazgos bíblicos realizados por Martín Lutero y Juan Calvino entre otros. En ese sentido, España no fue una excepción europea, sino que, como ocurrió en otras latitudes, también entre nosotros se produjo un redescubrimiento del evangelio de Jesucristo en las páginas de las Escrituras. El retorno a la Palabra de Dios, como no podía ser de otra manera, llevó a nuestros reformadores a las mismas doctrinas bíblicas. Así, por ejemplo en Juan de Valdés tenemos una formulación española de la doctrina central de la Reforma Protestante del siglo XVI: la justificación por la sola fe.
Comparto con vosotros dos artículos sobre estas mismas cuestiones que espero que sean de vuestro interés.
En primer lugar: TAMBIÉN FUE NUESTRA REFORMA.
En segundo lugar: NUESTRA PROPIA MEMORIA HISTÓRICA
José Moreno Berrocal
Comparto con vosotros dos artículos sobre estas mismas cuestiones que espero que sean de vuestro interés.
En primer lugar: TAMBIÉN FUE NUESTRA REFORMA.
En segundo lugar: NUESTRA PROPIA MEMORIA HISTÓRICA
José Moreno Berrocal
jueves, 31 de mayo de 2018
RECIENTE MEMORIA PROTESTANTE MANCHEGA
El pasado 26 de mayo, el Ayuntamiento de Moral de Calatrava (C.Real) reconocía la figura del inglés D. Percy J. Buffard (fundador de la Misión Evangélica Española en 1917) con una plaza con su nombre. Este acontecimiento es, en sí mismo, muy valioso para toda la comunidad evangélica manchega y española, y, sobre todo, para la directamente heredera de la obra de Buffard y sus acompañantes y sucesores, iglesias como la de Valdepeñas o la misma de Moral de Calatrava, o Santa Cruz de Mudela y Manzanares entre otras.
Al mismo tiempo, es fascinante unir este hecho a otras iniciativas recientes en la misma dirección y en distintas localidades manchegas. Así, el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) inauguró también una calle con el nombre de Juan Calderón Espadero (primer cervantista manchego y primer periodista protestante español) También la vecina Villafranca de los Caballeros (Toledo) lugar de nacimiento de Calderón en 1791, ha reconocido con el nombre del helenista, la casa de la Cultura de la localidad. Es notable también resaltar que la población vecina, Camuñas, también en la provincia de Toledo, ponía en su justo valor al gran misionero evangélico alemán D.Federico Fliedner (1845-1901) identificando igualmente a su Casa de Cultura con su nombre, hace ahora justamente un año, en mayo de 2017.
Estos actos no son solamente un merecido reconocimiento a los que trabajaron por la extensión del evangelio en condiciones durísimas en una España hostil a la Palabra de Dios y muy atrasada social y políticamente. Son una muestra de lo mucho que está cambiando España, para bien. Que existan ahora calles y plazas y lugares públicos con nombres de ilustres protestantes en nuestra Región, (como ocurre en incontables lugares de España ya) es una prueba indubitable de salud y pluralismo democrático en nuestra España actual, algo que, en sí mismo, celebramos porque forma parte del ADN del protestantismo. Damos gracias a Dios que mueve las mentes y conciencias de los políticos para realizar este tipo de acciones. Esta memoria pública es una inestimable herramienta de lo que podríamos llamar pre-evangelización, pues ayudan a vencer muchos prejuicios que todavía anidan en nuestra España contra la Biblia y el evangelio mismo. Son puentes culturales que no debemos desdeñar. Usemos estas oportunidades.
Es también una evidencia del notorio arraigo de la fe evangélica en España. España no fue durante el siglo XVI, el siglo de la Reforma, ni lo fue después, en cuanto se dieron las más mínimas posibilidades de expansión misionera, un lugar donde la fe protestante no cautivara al espíritu español, por usar las palabras de John A. Mackay, discípulo de nuestro Miguel de Unamuno, y gran misionero escocés en Hispanoamérica. Muy al contrario, nuestra Historia está llena de hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dar sus vidas por este evangelio de la salvación exclusivamente en el Señor Jesucristo. Es un honor seguir en sus pasos y seguir anunciando ese mismo evangelio en estos mismos lugares de La Mancha. Hoy en día, los tiempos han cambiado y, más que hostilidad, enfrentamos indiferencia. Lo que no cambia es el mensaje. Un mensaje relevante siempre: solo Cristo salva. Como decía Percy J. Buffard: “Fuera de Cristo no hay verdadera sabiduría ni entendimiento”.
José Moreno Berrocal
Al mismo tiempo, es fascinante unir este hecho a otras iniciativas recientes en la misma dirección y en distintas localidades manchegas. Así, el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) inauguró también una calle con el nombre de Juan Calderón Espadero (primer cervantista manchego y primer periodista protestante español) También la vecina Villafranca de los Caballeros (Toledo) lugar de nacimiento de Calderón en 1791, ha reconocido con el nombre del helenista, la casa de la Cultura de la localidad. Es notable también resaltar que la población vecina, Camuñas, también en la provincia de Toledo, ponía en su justo valor al gran misionero evangélico alemán D.Federico Fliedner (1845-1901) identificando igualmente a su Casa de Cultura con su nombre, hace ahora justamente un año, en mayo de 2017.
Estos actos no son solamente un merecido reconocimiento a los que trabajaron por la extensión del evangelio en condiciones durísimas en una España hostil a la Palabra de Dios y muy atrasada social y políticamente. Son una muestra de lo mucho que está cambiando España, para bien. Que existan ahora calles y plazas y lugares públicos con nombres de ilustres protestantes en nuestra Región, (como ocurre en incontables lugares de España ya) es una prueba indubitable de salud y pluralismo democrático en nuestra España actual, algo que, en sí mismo, celebramos porque forma parte del ADN del protestantismo. Damos gracias a Dios que mueve las mentes y conciencias de los políticos para realizar este tipo de acciones. Esta memoria pública es una inestimable herramienta de lo que podríamos llamar pre-evangelización, pues ayudan a vencer muchos prejuicios que todavía anidan en nuestra España contra la Biblia y el evangelio mismo. Son puentes culturales que no debemos desdeñar. Usemos estas oportunidades.
Es también una evidencia del notorio arraigo de la fe evangélica en España. España no fue durante el siglo XVI, el siglo de la Reforma, ni lo fue después, en cuanto se dieron las más mínimas posibilidades de expansión misionera, un lugar donde la fe protestante no cautivara al espíritu español, por usar las palabras de John A. Mackay, discípulo de nuestro Miguel de Unamuno, y gran misionero escocés en Hispanoamérica. Muy al contrario, nuestra Historia está llena de hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dar sus vidas por este evangelio de la salvación exclusivamente en el Señor Jesucristo. Es un honor seguir en sus pasos y seguir anunciando ese mismo evangelio en estos mismos lugares de La Mancha. Hoy en día, los tiempos han cambiado y, más que hostilidad, enfrentamos indiferencia. Lo que no cambia es el mensaje. Un mensaje relevante siempre: solo Cristo salva. Como decía Percy J. Buffard: “Fuera de Cristo no hay verdadera sabiduría ni entendimiento”.
José Moreno Berrocal
lunes, 23 de abril de 2018
DÍA DEL LIBRO
En este día del libro, además de animaros a leer, os dejo un artículo sobre Miguel de Cervantes y William Shakespeare publicado en la Revista Edificación Cristiana. En el mismo hay una reflexión sobre la influencia de la Biblia, el libro de los libros, en la obra de los dos grandes genios de la literatura. Y es que la Biblia es el libro que siempre hay que leer. También se explora el conocimiento que Shakespeare pudo tener de la gran obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.
sábado, 14 de abril de 2018
DANDO FRUTO PARA LA GLORIA DE DIOS
Nada más crucial para todo discípulo de Cristo que darse cuenta que vive para dar mucho fruto para la gloria de Dios. Esto es posible para todos los creyentes por causa de su unión con Cristo. El mismo Jesús lo ilustra por medio de la imagen de una vid y sus pámpanos, Juan 15. Jesucristo es la vid verdadera. Permaneciendo en El, damos fruto día a día. Este último libro de Mark Greene nos enseña a valorar lo que ya estamos haciendo, como creyentes, y como ser intencionales a la hora de dar testimonio de Cristo en nuestras vidas. Os dejo un enlace de la reseña que he escrito de este libro que se acaba de publicar por Andamio.
Dando fruto en tu lugar de misión reseña de José Moreno Berrocal
miércoles, 11 de abril de 2018
LA RELEVANCIA DEL PENSAMIENTO DE JUAN CALDERÓN ESPADERO
El último libro sobre Juan Calderón Espadero sigue generando reseñas en la prensa escrita. Las últimas han aparecido en la revista Síntesis (Revista Evangélica de Orientación Bibliográfica) y en la revista Edificación Cristiana. También nos hicimos eco del libro y de su presentación en Alcázar de San Juan en el programa Tiempo de Esperanza en Mancha Centro TV.
JUAN CALDERÓN ESPADERO: NUEVAS APORTACIONES
lunes, 12 de marzo de 2018
LA ESCLAVITUD EN LA BIBLIA
Aquí tenéis el enlace del programa de Buenas Noticias TV de TVE en el que José Pablo Sánchez me entrevistó sobre lo que la Biblia enseña sobre la esclavitud. Asimismo, estuvimos conversando sobre la obra evangélica contra la esclavitud a finales del siglo XVIII, y comienzos del XIX, encabezada por el político y filántropo William Wilberforce en el Reino Unido. También se alude a la figura de Julio Vizcarrondo Coronado, que era igualmente evangélico, y que luchó en España en pleno siglo XIX, para acabar con la esclavitud en su Puerto Rico natal y en Cuba.
No podemos olvidar esta contienda, entre otras razones, porque todavía existen nuevas formas de esclavitud en nuestro mundo, aunque la esclavitud, como tal, haya sido oficialmente abolida en todo el mundo.
José Moreno Berrocal
José P. Sánchez entrevistando a José Moreno Berrocal en Buenas Noticias TV de la 2 de TVE
jueves, 15 de febrero de 2018
LA RUTA POR EL VALLADOLID DE EL HEREJE DE MIGUEL DELIBES
Hacía ya tiempo que estaba deseando poder recorrer aquellos lugares de la ciudad de Valladolid a los que alude Miguel Delibes en su última y gran novela El Hereje. Por fin, y gracias al Foro Evangélico de Derecho, que organizó su último encuentro anual en la gran ciudad castellana, he podido realizar este itinerario junto con amigos y componentes del Foro. Su presencia hizo de la ocasión un momento muy excepcional. Agradecimiento especial para los organizadores del evento de Valladolid que hicieron del recorrido y de toda la estancia allí un evento memorable.
Impresiona, y llena de incontenible emoción, contemplar esos lugares en los que sucedieron acontecimientos que son santo y seña del protestantismo español. Los evangélicos de Valladolid del siglo XVI son parte indeleble de la Memoria Histórica Protestante Española: “la gloria de la iglesia de la Primera Reforma fue la de ser una iglesia de mártires y exiliados, muchos de ellos, la flor y nata de la sociedad e intelectualidad española”1 De Leonor de Vibero, Antonio de Herrezuelo, Carlo de Sesso, Domingo de Rojas y de tantos otros más, se puede decir lo que el autor de la Epístola a los Hebreos afirma de los héroes de la fe: “de los cuales el mundo no era digno”, Hebreos 11.38. En estos días de hondo sentimiento me he acordado de un artículo que publiqué hace años en El Semanal de La Mancha a raíz de la muerte de Delibes. Os ofrezco una parte del mismo:
El pasado 12 de marzo fallecía en su querida Valladolid natal, a los 89 años, el gran escritor español Miguel Delibes. Su dilatada trayectoria literaria comenzó como periodista en El Norte de Castilla, periódico del que llegó a ser director, hasta que dimitió por la presión de la censura franquista en 1963. Su carrera por el mundo de las letras, sin embargo, transcurrió principalmente por los caminos del ensayo y, sobre todo, por los de la novela. Su legado literario es uno de los más ricos e influyentes de toda una época, la de la segunda parte del siglo XX. Excepto el Nobel, Delibes ha recibido todo tipo de premios, desde el Nadal que obtuvo en 1947 por La Sombra del Ciprés es Alargada hasta el Príncipe de Asturias y el Cervantes, otorgado en 1993. Algunas de sus novelas han sido llevadas al cine con gran éxito. Entre estas destaca para mi gusto, la conmovedora Los Santos Inocentes, de Mario Camus, obra que muestra con toda virulencia las desigualdades sociales que existían en España hasta hace muy poco. Todo un elenco de grandes actores españoles bordan sus personajes, aunque destaca la interpretación de un inolvidable Paco Rabal en el papel de Azarías. También su obra ha sido llevada al teatro, como por ejemplo Cinco horas con Mario, de 1966. Esta novela presenta un audaz retrato de una sociedad replegada sobre sí misma y encarnada magistralmente en los monólogos de Carmen Sotillo, la viuda de Mario. Pero sobre todo, su influencia más sentida es la que ha dejado entre los incontables lectores de sus muchas novelas y libros de ensayo. Y nos solo por las tramas de sus novelas sino también por el uso exquisito y riguroso de nuestro querido idioma.
En mi generación, nuestra introducción a Delibes tuvo lugar en el colegio. La primera obra que leí fue El Camino. A esa edad, y todavía en esa época, difícilmente podíamos muchos dejar de identificarnos con Daniel El Mochuelo y sus amigos. Esta novela resalta la mirada campestre y realista de Delibes, que no está muy lejos, en parte, de la idea del mundo ideal que tenemos también muchos. A esta obra le sucedió la lectura de Un Mundo que Agoniza, un alegato a favor del respeto y la preservación de nuestro planeta, que creo que no me dejó indiferente tampoco. Hoy, hablamos de acciones tendentes a combatir el cambio climático; Delibes es uno de esos insignes pioneros de la lucha por la Tierra y por todos sus habitantes, incluidos los animales, otra de sus grandes pasiones aunque fuera un cazador... Pero, sin duda alguna, es la obra cumbre de Delibes El Hereje la que me ha dejado un poso más definitivo. El mismo Delibes confesaba que era la novela que más había tardado en escribir y que, al mismo tiempo, más satisfecho le había dejado. Por la misma recibió el Premio Nacional de Narrativa en 1999. Por medio de su personaje principal, Cipriano Salcedo, un rico comerciante vallisoletano que se convierte a la fe evangélica, Delibes rinde homenaje a su querida Valladolid. Su novela puso de manifiesto la existencia en España, en pleno siglo XVI, de espíritus inquietos que anhelaban también la Reforma de la Iglesia. Al mismo tiempo, El Hereje predicó a los cuatro vientos que los protestantes también tienen sus mártires, que perecieron en nuestro propio suelo peninsular en los siniestros autos de fe que también detalla Delibes en esta obra. Volviendo a la escuela, todavía recuerdo como se nos enseñaba esa parte de nuestra Historia, como esa página heroica en la que España fue “luz de Trento y martillo de Herejes”. Ahora resulta que España no solo fue martillo de herejes sino también yunque de herejes. Los herejes españoles formaban parte de todas las clases sociales, pero sobre todo abundaban entre ellos los nobles. Delibes nos da algunos de esos nombres ilustres. Entre ellos podemos destacar a Carlos de Seso, corregidor de Toro y a la familia Cazalla entre otros muchos. También profesaron la fe reformada numerosas mujeres como Leonor de Cisneros, Ana Enríquez, hija del marqués de Alcañices, o Doña Catalina de Castilla, religiosos y religiosas e, incluso, conventos al completo, como el de Belén en Valladolid o el de San Isidoro en Sevilla. Pero también había gente llana del pueblo como Julián Hernández, apodado cariñosamente Julianillo, o Juan Sánchez que era un criado. Por otro lado, la fe evangélica no fue algo circunscrito a las grandes ciudades de esa época como lo eran Valladolid o Sevilla. Toda España se llenó de gentes imbuidas de ese deseo de Reforma de la Iglesia. Es más, la Reforma en España tuvo una rama autóctona. Pensadores como el conquense Juan de Valdés, el famoso autor de El Diálogo de la Lengua, tuvieron que huir de España por afirmar que la justificación delante de Dios era por la fe. Esta era la tesis defendida por Martin Lutero y Juan Calvino. Lo extraordinario del caso es que Juan de Valdés llegó a esa conclusión por sí mismo, de manera independiente, reflexionando como los otros reformadores europeos, sobre las Escrituras.
Por otro lado, El Hereje es un homenaje a la tolerancia y a la libertad de conciencia. Así por lo menos lo pensó el mismo Delibes. En este sentido, se entronca en esa línea continua de protesta contra la injusticia que caracteriza toda la obra de Delibes. ¡Y qué mayor que la de consignar a la hoguera a los que piensan de un modo diferente! Esa defensa del oprimido por pensar de otra manera ya aparece, de una manera incipiente, en Cinco horas con Mario. En esta obra Delibes muestra palpablemente lo que ya enseñaba nuestro Antonio Machado en Campos de Castilla: “Castilla miserable, ayer dominadora/ envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora”. Los monólogos de Carmen Sotillo retratan a una sociedad encerrada en sí misma, orgullosa de desconocer, por las molestias que causan los que investigan, y por lo quebraderos de cabeza que nos pueda ocasionar saber... “Convéncete de una vez Mario, los intelectuales con sus ideas estrambóticas, son los que lo enredan todo, que están todos medio chiflados, porque creen que saben pero lo único que saben es incordiar, lo único, fíjate bien, y sacar a los pobres de sus casillas que el que no acaba de rojo, acaba de protestante o algo peor”. Esa actitud de miedo al conocimiento, hunde sus raíces, en parte, en la obra que la Inquisición llevó a cabo en España en la época de la Reforma. Cipriano de Salcedo dice en El Hereje que “la afición a la lectura ha llegado a ser tan sospechosa que el analfabetismo se hace deseable y honroso. Siendo analfabeto es fácil demostrar que uno está incontaminado y pertenece a la envidiable casta de los cristianos viejos”. Por ello, cualquier cosa es buena, incluso la Inquisición, si mantiene el status quo. Así, nuevamente en Cinco Horas con Mario, Carmen Sotillo le llega incluso a decir a su marido: “¿Es que también era mala la Inquisición, botarate? Con la mano en el corazón, ¿es que crees que una poquita de Inquisición no nos vendría al pelo en las presentes circunstancias? Desengáñate de una vez Mario, el mundo necesita autoridad y mano dura... la Inquisición era bien buena porque nos obligaba a todos a pensar en bueno, o sea en cristiano, ya lo ves en España, todos católicos y católicos a machamartillo que hay que ver que devoción...”. Pues bien ese amor por la tolerancia alcanza su punto álgido en El Hereje donde vemos hasta que punto la ignorancia y el fanatismo pueden conducir a las personas... “. Hoy, pensamos, ya no existe intolerancia. Hay libertad de conciencia. Pero esto, que pudiera ser verdad en ciertas parte de Europa, no es así en muchos lugares del mundo. Debemos recordar que la tolerancia y la libertad de conciencia son plantas muy delicadas que pronto se marchitan si no las cuidamos concienzudamente. La obra de Delibes con esa insistente nota de clamor contra la injusticia y que culmina con El Hereje, nos muestra que la lucha contra la ignorancia intolerante no es labor del pasado solamente. Es una labor del presente, y presente continuo, incluso aquí entre nosotros.
Finalmente es de justicia destacar que, en su legítimo afán novelesco, Delibes funde en un solo auto de fe, los dos autos de fe que tuvieron lugar en Valladolid en 1559. Delibes nos proporciona en El Hereje una de las definiciones más bellas de lo que significa ser evangélico. Cuando Cipriano Salcedo reflexiona en su celda sobre sus supuestos crímenes a los ojos de la Inquisición, afirma que su delito consiste en haber creído, sencillamente, que “la pasión y muerte de Jesús era algo tan importante que bastaba para redimir al género humano”. Exagerando podría decir que !ni siquiera Lutero o incluso Juan de Valdés habrían llegado a expresar con tanta lucidez el meollo de la cuestión! Esta es la sobria precisión castellana aplicada al Nuevo Testamento y a la obra de Cristo. Solo Delibes podía haber escrito algo así. !Gracias Maestro!
1. La Reforma Ayer y Hoy, p. 93.
José Moreno Berrocal
lunes, 29 de enero de 2018
R.C. SPROUL Y LA APOLOGÉTICA CLÁSICA
La reciente muerte del gran teólogo y escritor reformado R.C. Sproul el pasado 14 de diciembre (había nacido en 1939) me ha vuelto a recordar mis años de estudiante en el Seminario Teológico de la European Mission Fellowship en Welwyn, Inglaterra. Y es que, uno de nuestros grandes profesores en aquellos años, principios de los 90 del siglo pasado, Daniel Webber, sentía un profundo aprecio por los escritos de R.C. Sproul. Algo que consiguió comunicarnos a sus estudiantes. A diferencia de otros autores, algunas de las obras de Sproul se encuentran disponibles en castellano, entre ellas, títulos como La Santidad de Dios, considerada como una de su mejores obras. Otros libros destacados son Escogidos por Dios, El Misterio del Espíritu Santo, ¡Qué buena pregunta! O ¿Qué es la Teología Reformada? entre otros. Es una ocasión para leerlos, releerlos de nuevo, o consultarlos, pues Sproul sigue siendo uno de los pensadores más completos, equilibrados y estimulantes que uno puede encontrar en nuestros días. Su conocimiento de la Teología y de la Historia de la Teología hace que sus libros resulten muy entretenidos.
Daniel Webber nos decía que le encantaba tener alumnos españoles pues de los mismos se podía asumir que siempre vendrían con una cierta formación filosófica, con todo lo que esto implicaba. Con todos sus defectos, el sistema educativo español que yo cursé en mi bachillerato, el BUP, y el COU si tenían un lugar destacado para la filosofía. En mi caso, mi amor por la filosofía había hecho que esta fuera más que una asignatura para mí. Algo que yo había tomado también casi como connatural al mundo evangélico. Algunos de nosotros leíamos, desde el mismo comienzo de nuestro peregrinaje espiritual y gracias a José Grau Balcells, libros como Huyendo de la Razón de Francis Schaeffer, con el sbtítulo de un análisis penetrante del hombre moderno y que incluía formidables estudios filosóficos de figuras como Aquino, Kant, Hegel o Kierkegaard. Y es que, además de su formación bíblica y teológica, R.C. Sproul tenía una sólido bagaje filosófico. Estudió, entre otros, con figuras como John Gerstner en Pittsburgh-Xenia Theological Seminary y con G.C. Berkouwer en la Universidad Libre de Amsterdam. Por ello, Sproul me pareció un pensador fascinante desde el primer momento. Y es que el teólogo norteamericano es conocido por el hecho de construir su defensa de la fe cristiana desde lo que se conoce como la Apologética Clásica. Básicamente, significa que Sproul cree en una defensa racional de la fe cristiana. Cree en el uso de la mente para la defensa de la fe cristiana. En su libro, Classical Apologetics, señala que hay razones para creer: “la fe no puede ser confundida con la razón; pero tampoco puede ser separada de ella”. En castellano tenemos otra gran obra suya en la que desarrolla su posición apologética: ¿Cómo defender su fe? Una introducción a la Apologética. En la misma desarrolla su posición apologética apelando a textos como 1ª Pedro 3.15: “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Aunque es pronto para esperar reseñas amplias, resulta curioso que este aspecto de su legado no haya sido muy destacado en las numerosas muestras de condolencias que muchos han escrito ya.
Lo que considero relevante de la posición apologética de Sproul es su determinación de no ceder terreno a los que afirman que la fe es un salto en el vacío. Por el contrario, la fe se basa en evidencias de todo tipo: racionales, históricas y experimentales. Al igual que argumentaba Francis Schaeffer, o C.S. Lewis, R.C. Sproul no está dispuesto a aceptar que la fe es lo opuesto a la razón. Creer en la Biblia y en Cristo como Señor y Salvador es lo más razonable que se puede hacer. Sproul apela a multitud de pensadores clásicos de la era cristiana como Agustín de Hipona o Tomás de Aquino. Pero, además, defiende su postura desde una poderosa argumentación reformada. Esta hunde sus raíces en la Institución de Juan Calvino y su tratamiento de los indicia o pruebas objetivas de la divinidad de las Escrituras, al mismo tiempo que sostiene la imprescindible necesidad del testimonio del Espíritu Santo para la fe. “El Espíritu” afirma nuestro autor “no nos mueve a creer en contra de la evidencia sino a rendirnos a la evidencia que está ahí"1 Sproul consideraba esencial su labor apologética, en un mundo que crecientemente simplifica superficialmente todo, hasta el punto de atreverse a decir que la fe cristiana es irracional. Es imperativo recordar que el cristianismo es defendible. Que hay numerosos puntos de encuentro con el no creyente que hay que explorar. Sirvan estas palabras como sentido homenaje a uno de los grandes teólogos y apologetas cristianos del siglo XX y principios del XXI.
José Moreno Berrocal
Daniel Webber nos decía que le encantaba tener alumnos españoles pues de los mismos se podía asumir que siempre vendrían con una cierta formación filosófica, con todo lo que esto implicaba. Con todos sus defectos, el sistema educativo español que yo cursé en mi bachillerato, el BUP, y el COU si tenían un lugar destacado para la filosofía. En mi caso, mi amor por la filosofía había hecho que esta fuera más que una asignatura para mí. Algo que yo había tomado también casi como connatural al mundo evangélico. Algunos de nosotros leíamos, desde el mismo comienzo de nuestro peregrinaje espiritual y gracias a José Grau Balcells, libros como Huyendo de la Razón de Francis Schaeffer, con el sbtítulo de un análisis penetrante del hombre moderno y que incluía formidables estudios filosóficos de figuras como Aquino, Kant, Hegel o Kierkegaard. Y es que, además de su formación bíblica y teológica, R.C. Sproul tenía una sólido bagaje filosófico. Estudió, entre otros, con figuras como John Gerstner en Pittsburgh-Xenia Theological Seminary y con G.C. Berkouwer en la Universidad Libre de Amsterdam. Por ello, Sproul me pareció un pensador fascinante desde el primer momento. Y es que el teólogo norteamericano es conocido por el hecho de construir su defensa de la fe cristiana desde lo que se conoce como la Apologética Clásica. Básicamente, significa que Sproul cree en una defensa racional de la fe cristiana. Cree en el uso de la mente para la defensa de la fe cristiana. En su libro, Classical Apologetics, señala que hay razones para creer: “la fe no puede ser confundida con la razón; pero tampoco puede ser separada de ella”. En castellano tenemos otra gran obra suya en la que desarrolla su posición apologética: ¿Cómo defender su fe? Una introducción a la Apologética. En la misma desarrolla su posición apologética apelando a textos como 1ª Pedro 3.15: “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. Aunque es pronto para esperar reseñas amplias, resulta curioso que este aspecto de su legado no haya sido muy destacado en las numerosas muestras de condolencias que muchos han escrito ya.
Lo que considero relevante de la posición apologética de Sproul es su determinación de no ceder terreno a los que afirman que la fe es un salto en el vacío. Por el contrario, la fe se basa en evidencias de todo tipo: racionales, históricas y experimentales. Al igual que argumentaba Francis Schaeffer, o C.S. Lewis, R.C. Sproul no está dispuesto a aceptar que la fe es lo opuesto a la razón. Creer en la Biblia y en Cristo como Señor y Salvador es lo más razonable que se puede hacer. Sproul apela a multitud de pensadores clásicos de la era cristiana como Agustín de Hipona o Tomás de Aquino. Pero, además, defiende su postura desde una poderosa argumentación reformada. Esta hunde sus raíces en la Institución de Juan Calvino y su tratamiento de los indicia o pruebas objetivas de la divinidad de las Escrituras, al mismo tiempo que sostiene la imprescindible necesidad del testimonio del Espíritu Santo para la fe. “El Espíritu” afirma nuestro autor “no nos mueve a creer en contra de la evidencia sino a rendirnos a la evidencia que está ahí"1 Sproul consideraba esencial su labor apologética, en un mundo que crecientemente simplifica superficialmente todo, hasta el punto de atreverse a decir que la fe cristiana es irracional. Es imperativo recordar que el cristianismo es defendible. Que hay numerosos puntos de encuentro con el no creyente que hay que explorar. Sirvan estas palabras como sentido homenaje a uno de los grandes teólogos y apologetas cristianos del siglo XX y principios del XXI.
José Moreno Berrocal
1. Sproul. R.C. ¿Cómo defender su fe? Una
introducción a la Apologética. Portavoz, 2006. p. 195
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